La Echinacea es una planta medicinal que en pocos años se convirtió en el medicamento fitoterapéutico más prescrito en Europa y los EE.UU. para el tratamiento de una gran variedad de enfermedades infecciosas, además del envenenamiento. Desde su descubrimiento, la acción terapéutica de esta hierba ha impresionado a los médicos que la prescriben. En el pasado era difícil entender porqué esta planta medicinal es útil para tantos padecimientos. Este enigma se resolvió con el descubrimiento del sistema inmunológico. En la actualidad, sabemos que la Echinacea estimula a nuestro sistema inmunológico y de esta manera nuestro cuerpo tiene una mayor habilidad para combatir a las infecciones. Las 2 principales especies de la Echinacea son: Echinacea angustifolia y la Echinacea purpúrea. En estos tiempos, donde la contaminación en el aire, el agua, la tierra y los alimentos es algo muy frecuente, necesitamos cuidar muy bien a nuestro sistema inmunológico. Un método eficaz para evitar, sobre todo en el invierno, la recurrencia de catarros y resfriados, es el uso de esta planta medicinal. Es una alternativa natural y efectiva de los antibióticos para tratar infecciones del tracto urinario, la amígdalas, la piel y las encías. Cuando aparecieron los antibióticos, la popularidad de la echinacea disminuyó mucho en los EE. UU. Sin embargo, en Alemania no sucedió lo mismo, donde se siguió utilizando muy frecuentemente para el tratamiento de padecimientos inflamatorios y algunas infecciones virales. Después de muchos estudios, la Comisión E de Alemania reconoció a la Echinacea purpúrea como una planta aprobada y efectiva en 1989. En las plantas medicinales existen uno o varios principios activos. Estos principios activos son las substancias que le dan la capacidad terapéutica de la planta. Los científicos deben en primer lugar aislar a estos principios activos y luego comparar con los principios activos de otras plantas medicinales. Después se hacen pruebas para confirmar los efectos farmacológicos de cada uno de ellos. Los químicos a través de un arduo y minucioso trabajo sobre los principios activos de la Echinacea, han logrado aislar varios compuestos, de los cuales, algunos son exclusivos de ciertas especies de Echinacea. En la mayoría de las ocasiones, se ha podido descubrir cuáles son los efectos farmacológicos de cada uno de estos compuestos. Sería muy largo enumerar a todos los compuestos, así que es mejor los clasifiquemos en 2 grandes grupos: los compuestos hidrosolubles (solubles en agua) y los liposolubles (solubles en grasa). Por ejemplo, en la Echinacea purpurea encontramos a las isobutilamidas, las cuales son componentes liposolubles y también encontramos componentes hidrosolubles que son el ácido cicórico y los polisacáridos. La mayoría de los investigadores concuerdan en que los 2 tipos de principios activos (los hidro y los liposolubles) estimulan la respuesta del sistema inmunológico. Gracias a todo este conocimiento, en nuestros días se manufacturan muchos productos herbales que contienen Echinacea. La principal indicación para el uso terapéutico de la Echinacea es en las enfermedades infecciosas, sobre todo en las infecciones superficiales agudas, como en los resfriados, la gripa, la bronquitis y la faringitis. En muchos estudios se ha demostrado que la Echinacea estimula en forma importante a los macrófagos (células del sistema de defensa que rápidamente emigran al sitio de la infección para detener a las bacterias) y aumentan su efectividad (inmunocompetencia). Entre los principales efectos fisiológicos de la Echinacea, se encuentran los siguientes: es antiviral, es anti-cándida, inhibe el crecimiento tumoral, promueve la inmunidad celular general, tiene una acción parecida al interferón, estimula la producción de gamma globulinas alfa 1 y alfa2, tiene un efecto antiinflamatorio, estimula el crecimiento de tejido nuevo sano, tiene un ligero efecto antibiótico, inhibe la hialuronidasa (al hacerlo ayuda a proteger a las células durante la infección y previene que la bacterias entren en primer lugar), aumenta el poder fagocítico de las células de defensa y estimulan los leucocitos (células sanguíneas blancas). Al ver los mecanismos de acción de la Echinacea, entramos a un tema muy interesante, por ejemplo, en una herida o en una quemadura, lo que hace la Echinacea es activar a los fibroblastos (células que desarrollan el tejido conectivo) transformándolas en células que a su vez producen ácido hialurónico. Esto es muy importante ya que el ácido hialurónico es un agente protector y de unión del tejido conectivo. Durante las infecciones, se puede liberar la enzima hialuronidasa, lo cual, hace que la infección literalmente se vaya abriendo paso para invadir a nuestro cuerpo. La Echinacea activa a las células sanguíneas blancas fagocíticas (que ingieren partículas) lo mismo que a los histiocitos (las células del tejido conectivo con la habilidad de movimiento ameboide y actividad fagocítica). Los componentes de la Echinacea estimulan también la regeneración celular y las células epidérmicas.
La Echinacea es un inmunoestimulante. Los inmunoestimulantes son agentes que estimulan al sistema inmunológico de una manera no específica. Los efectos farmacológicos de los inmunoestimulantes se acaban relativamente rápido y tienen que ser administrados muy frecuentemente o inclusive a veces en forma continua. Son factores importantes, en la inmunoestimulación, un aumento en la fagocitosis (por lo macrófagos) y los granulocitos. Los inmunoestimulantes podrían llegar a convertirse en una alternativa o al menos en un coadyuvante de la quimioterapia y pueden ayudar a prevenir infecciones al activar al sistema inmunológico en personas cuya respuesta inmunológica haya sido menguada. En 1981 los investigadores H. Wagner y A. Proksch del Instituto de biología farmacéutica de la Universidad de Munich publicaron su encuentro sobre el descubrimiento de 2 polisacáridos en la Echinacea purpurea que estimularon la actividad de las células T del 20 al 30 % más que cualquier otro estimulador de las células T altamente potente. Las células T son un tipo de células sanguíneas blancas (leucocitos) categorizados como linfocitos. Son producidos en la médula ósea, la glándula del timo y otros tejidos linfoides. Son almacenadas en los nódulos linfáticos y el bazo. Viajan al sitio de las infecciones, se combinan con antígenos y liberan varios químicos que son en parte responsables de la inmunidad mediada por las células. Entre otras cosas, los polisacáridos estimulan a los macrófagos a que produzcan factor de necrosis tumoral alfa (TNF), interleuquina 1 e interferón beta. En un artículo publicado en el Journal of the National Cancer Institute (1989) se reportó sobre los efectos de un polisacárido de la Echinacea purpurea altamente purificado (arabinogalactano), el cual, según sugerencias de los autores, puede tener implicaciones en la defensa contra tumores y enfermedades infecciosas. Existen algunos estudios clínicos que demuestran que la Echinacea puede aumentar la efectividad de las cremas antimicóticas estándares en el tratamiento de las infecciones recurrentes vaginales por levaduras, particularmente por Cándida albicans. Por ejemplo, a un grupo de 203 mujeres con este problema de la candidiasis vaginal recurrente se les administró el antimicótico convencional comúnmente prescrito y tuvieron una tasa de recurrencia del 60.5 % en sus infecciones. En cambio, las mujeres que además del tratamiento convencional, recibieron la echinacea, tuvieron una tasa de tan sólo el 16.7 % de recurrencia. La razón más probable es que la echinacea mejoró la acción de los antimicóticos a través de la estimulación de la actividad del sistema inmunológico.
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