El cardo lechoso es una planta
medicinal alta con ramas espinosas y una savia lechosa. Sabemos que es nativa de
la región del Mediterráneo en Europa. Dentro de la Botánica, esta planta es
conocida como Silybum marianum, un miembro de la familia Asteraceae. Durante
varios años algunas otras plantas han sido llamadas "cardo lechoso"
pero las autoridades en fitoterapia ahora reservan ese nombre común para esta
especie. Es bueno hacer notar aquí que tampoco debe de confundirse con el cardo
santo o bendito, el cual es Cnicus benedictus una planta totalmente diferente,
aunque la similaridad de los nombres comunes religiosamente insipirados, es
confusa.
Hemos visto que otra área de confusión con respecto al cardo lechoso es la
parte que se usa de la planta. La parte usada son pequeñas frutas duras
conocidas técnicamente como aquenios; de los cuales se extrae un vilano. La
mayor parte de la literatura de la herbolaria incorrectamente llama a estas
frutas, semillas, las cuales sí parecen, pero no lo son. Las frutas del cardo
lechoso han sido utilizadas durante muchos años para una variedad de
enfermedades, pero especialmente para problemas hepáticos.
Si hace una revisión sobre la evolución de los conocimientos sobre esta
planta, veremos que hace algunos años, los científicos alemanes hicieron una
investigación química de las frutas y tuvieron éxito en aislar una mezcla
cruda de principios antihepatotóxicos (protectores del hígado) designados en
conjunto como silimarina. La silimarina está contenida en las frutas en
concentraciones que van del 1 al 4 %. Subsecuentemente, la silimarina demostró
consistir en un número de compuestos, incluyendo principalmente de silibina,
acompañada de isosilibina, dehidrosilibina, silidianina, silicristina y otros.
Estudios en animales pequeños han demostrado que la silimarina ejerce un efecto
protector hepático contra una variedad de toxinas incluyendo las falotoxinas de
la Amanita mortal. Por otro lado, varios estudios clínicos humanos también han
sido promisorios para las enfermedades hepáticas incluyendo la hepatitis y la
cirrosis de diferentes orígenes. Los resultados de numerosos estudios sugieren
que la silimarina tiene un potencial terapéutico considerable protegiendo a las
células hepáticas intactas o a las células dañadas todavía no
irreversiblemente al actuar sobre las membranas celulares para prevenir la
entrada de substancias tóxicas. También es estimulada la síntesis de proteínas,
por eso, se acelera de la misma manera, el proceso de regeneración y la
producción de células hepáticas.
Como resultado de este conocimiento, las autoridades Alemanas de Salud han
respaldado el uso de la hierba como un tratamiento de apoyo para las
enfermedades inflamatorias hepáticas y la cirrosis.
Dentro de sus características físicas, desafortunadamente, la silimarina es
muy poco soluble en agua, así que la hierba no es efectiva en forma de té. Los
estudios demuestran que tales bebidas contienen menos del 10 % de la actividad
inicial en el material de la planta. Esta pobre solubilidad aunada al hecho de
que la silimarina es relativamente poco absorbida (20 al 50 %) en el tracto
gastrointestinal, hace obvio que los principios activos son mejores
administrados parenteralmente, es decir por inyección, en algunos casos. El uso
oral requiere un producto concentrado. El cardo lechoso se vende como un
complemento alimenticio en forma de cápsulas. En estudios clínicos realizados
en el Programa de Estudios de Medicinas Alternativas de la Universidad de
Guadalajara, no hemos encontrado efectos tóxicos que resulten del consumo del
cardo lechoso. Inclusive a largo plazo.
Gracias a los estudios de investigación básica farmacológica, ahora sabemos
que la silibina es el componente de la silimarina que rinde el grado más grande
de actividad biológica. Tal vez el uso folclórico más dispersado de esta
planta ha sido el de ayudar a las madres lactantes en la producción de leche.
De la misma forma, se ha usado ampliamente en Alemania para curar la ictericia y
los desarreglos biliares. Es interesante notar que el descubrimiento del
compuesto protector del hígado, la silimarina en el cardo lechoso no fue el
resultado de una búsqueda farmacológica cara, sino de la investigación de
efectos empíricos del sibylum en los problemas del hígado.
Los extractos del Sibylum marianum (usualmente estandarizados a contener entre
el 70 al 80 % de silimarina) se usan a gran escala en la actualidad en las
preparaciones farmacéuticas Europeas para enfermedades hepáticas. Sin temor a
equivocarnos, podemos decir que la silimarina es una de las substancias
conocidas más potentes como protectoras del hígado.
En repetidas ocasiones, se ha demostrado que la habilidad el cardo lechoso para
prevenir la destrucción del hígado y mejorar la función hepática es
principalmente el resultado de la acción de la silimarina de estimular el
crecimiento de nuevas células hepáticas para reemplazar a las viejas células
dañadas. El hígado puede ser dañado como resultado de algunas toxinas que
producen o actúan como radicales libres. Los radicales libres son moléculas
altamente reactivas que pueden dañar a otras moléculas, incluyendo a aquellas
en las células. Una deducción clara es que la silimarina previene el daño de
los radicales libres al actuar como un antioxidante. La silimarina es muchas
veces más potente en su actividad antioxidante que la vitamina E. Se ha
demostrado que la silimarina aumenta el contenido de glutatión del hígado
arriba del 35 % en sujetos sanos. El glutatión es responsable de desintoxicar
un amplio rango de hormonas, drogas y substancias químicas. Como sabemos,
aumentar el contenido de glutatión del hígado significa que el hígado tiene
una capacidad también incrementada para las reacciones de desintoxicación.
La mayoría de los investigadores está de acuerdo en que otro modo en el que el
hígado puede ser dañado, es por la acción de los leucotrienos. Estos
compuestos son producidos por la transferencia de una molécula de oxígeno a
los ácidos grasos poliinsaturados; esta reacción es catalizada por la enzima
lipooxigenasa. Se ha demostrado que la silimarina es un potente inhibidor de
esta enzima, por lo cual, inhibe la formación de los dañinos leucotrienos.
El daño de los radicales libres a las estructuras membranosas por una
enfermedad orgánica o una intoxicación resulta en una liberación aumentada de
ácidos grasos. Esta condición nos lleva a un incremento en la síntesis de
leucotrienos e inflamación, entre otras cosas. La silimarina contrarresta este
proceso deletéreo al suprimir la descomposición patológica de los lípidos de
las membranas y al inhibir la formación de leucotrienos y la inflamación.
El efecto protector de la silimarina contra el daño hepático ha sido
demostrado en un número de estudios clínicos y experimentales. El daño hepático
experimental en animales puede ser producido por tales diversos químicos tóxicos
como el tetracloruro de carbono, la galactosamina, el etanol, el nitrato y el
praseodinium. La silimarina ha demostrado que protege al hígado de todas estas
toxinas.
Tal vez los efectos protectores más impresionantes de la silimarina son contra
el envenenamiento severo de la Amanita phalloides (un hongo venenoso), un efecto
que ha sido reconocido desde hace mucho en la medicina folclórica. La ingestión
de A. phalloides o sus toxinas causa un envenenamiento severo y aproximadamente
un 30 % de las víctimas, mueren.
La silimarina ha demostrado resultados impresionantes en estos modelos
experimentales. Cuando la silimarina se administra antes del envenenamiento con
la toxina de la Amanita, fue 100 % efectiva en prevenir la toxicidad. Aún si se
da 10 minutos después de la administración de la toxina de la Amanita,
contrarresta completamente los efectos tóxicos. Si se da dentro de 24 horas, la
silimarina aún prevendrá la muerte y reducirá muchísimo la cantidad del daño
al hígado.
Todos los pacientes con problemas del hígado que han participado en nuestros
estudios clínicos, se han beneficiado del tratamiento con el cardo lechoso. Por
eso, podemos afirmar que tal vez el efecto más interesante de los componentes
del cardo lechoso sobre el hígado es su habilidad para estimular la síntesis
de proteínas. Esta acción resulta en un aumento en la producción de células
hepáticas nuevas. De esta manera, se reemplazan las células viejas.
Curiosamente, la silimarina no tiene un efecto estimulador sobre el tejido hepático
maligno.
La silimarina puede entonces utilizarse como un tratamiento coadyuvante en las
enfermedades agudas y crónicas del hígado.
En estudios clínicos realizados en el Programa de Estudios de Medicinas
Alternativas de la Universidad de Guadalajara, hemos tenido la oportunidad de
corroborar que la silimarina tiene efectos positivos en el tratamiento de varios
tipos de enfermedades hepáticas, incluyendo la cirrosis, la hepatitis crónica,
la inflamación grasa del hígado (hígado graso inducido por el alcohol o
substancias químicas), colestasis subclínica del embarazo, colangitis y
pericolangitis. El efecto terapéutico de la silimarina en estas enfermedades ha
sido confirmado por datos histológicos (estudios de tejido bajo microscopio),
clínicos y de laboratorio (a través de exámenes de sangre o de gabinete como
ecosonogramas, etc.).
En uno de los primeros estudios clínicos grandes y doble ciego, investigando el
efecto terapéutico de la silimarina en enfermedades hepáticas, la silimarina
demostró resultados impresionantes en 129 pacientes con daño hepático tóxico
metabólico, degeneración grasa del hígado de diferentes orígenes y hepatitis
crónica, comparado con un grupo de control consistente en 56 pacientes. Los
resultados podrían haber sido aún más impresionantes si el estudio hubiera
durado más días.
Un estudio de seguimiento de pacientes con daño hepático debido al alcohol, la
diabetes, los virus o la exposición tóxica, demostró resultados aún más
sorprendentes. Los pacientes fueron seguidos por más tiempo. No sólo hubo una
mejoría clínica en los pacientes tratados con la silimarina, sino que los
datos de la biopsia hepática y de laboratorio mejoraron también. Hubo cambios
claros y notables en la retención de bromosulfaleina, transaminasas, hierro y
niveles de colesterol. Los efectos terapéuticos de la silimarina en
enfermedades hepáticas han sido duplicados en muchos otros estudios clínicos
doble-ciego.
En la actualidad, existe un aumento en la incidencia de la enfermedades
autoinmunes. Estas enfermedades se caracterizan por que el cuerpo se ataca a sí
mismo. La medicina ortodoxa ofrece únicamente tratamientos paliativos para este
tipo de enfermedades. La psoriasis es una enfermedad en la que, también la
medicina ortodoxa ofrece sólo tratamientos paliativos. Nosotros hemos utilizado
a la silimarina en el tratamiento de la psoriasis.
La corrección de la función hepática anormal está indicada en el tratamiento
de la psoriasis. La silimarina es útil en el tratamiento de la psoriasis, tal
vez debido a su habilidad para inhibir a la síntesis de los leucotrienos y
mejorar la función hepática. La conexión entre el hígado y la psoriasis se
relaciona con una de las tareas básicas del hígado: filtrar la sangre. La
psoriasis está ligada a niveles altos de endotoxinas circulantes, tales como
las encontradas en las paredes celulares de las bacterias intestinales. Si el hígado
está abrumado por un número aumentado de endotoxinas o toxinas químicas o si
la habilidad funcional del hígado para filtrar y desintoxicar está disminuida,
seguramente que la psoriasis se pone mucho peor.
Como ya lo mencioné otro factor importante en la psoriasis es la producción
excesiva de leucotrienos. Se ha demostrado que la silimarina reduce la formación
de leucotrienos al inhibir la lipooxigenasa. Por eso, la silimarina inhibirá
una de las causas de la replicación celular excesiva.
En el caso de las plantas medicinales, es también importante hablar sobre las
dosis y las indicaciones y contraindicaciones. Los extractos del cardo lechoso
con base de alcohol están virtualmente siempre contraindicados debido a la
necesidad de administrar cantidades relativamente grandes de alcohol para
obtener una dosis adecuada de silimarina. Como ya lo indiqué arriba, se puede
utilizar la forma oral. En realidad, en la práctica médica, casi no se usan ni
la vía intramuscular, ni la vía intravenosa.
Se ha reportado un amplio rango de dosis en la literatura. Si se usa un extracto
de silimarina estandarizado al 80 %, la dosis media normal sería baja por día.
Las cápsulas deben de ser tomadas con agua antes de las comidas.
El estudio de las dosis tóxicas es indispensable para el uso de cualquier
substancia en los seres humanos, incluyendo a las plantas medicinales. Hasta el
momento, no hemos encontrado ni un solo caso de intoxicación por cardo lechoso
a las dosis recomendadas.
Por la falta de toxicidad de la silimarina, el uso a largo plazo es factible
cuando es necesario. En los estudios clínicos que hemos realizado y en otros
publicados en la literatura, no se han reportado efectos colaterales
indeseables, ni reacciones alérgicas.
Las diferencias entre usar el extracto y simplemente ingerir la semilla entera
son muy importantes. Me refiero a la potencia y a la garantía. La semilla
entera no puede ser garantizada en relación a contener una cantidad dada de
principios activos terapéuticos. Uno no puede estar seguro sobre la cantidad de
semillas que se requieren para obtener cierta dosis terapéutica. Esto no es un
problema, a menos que uno tenga una enfermedad hepática, entonces sí Ud. querrá
la potencia más alta del extracto y además seguro que la querrá garantizada.
Abuso del alcohol
Uno de los usos para el cardo lechoso que emerge de la literatura es el de
estimular la regeneración del tejido y la función en los hígados de personas
sujetas al abuso del consumo del alcohol. Por ejemplo, en un estudio, los
pacientes con degeneración grasa del hígado fueron divididos en grupos de
acuerdo a la causa de la enfermedad (diabetes, obesidad, alcoholismo). El cardo
lechoso produjo substancialmente una mejoría más marcada en el grupo en el
cual el alcohol fue o el único factor causante o uno de los múltiples factores
(94). Indudablemente veremos el uso del cardo lechoso en los centros de
tratamiento contra el alcoholismo muy pronto. El cardo lechoso debe de estar en
la dieta de cualquier persona que se esté recuperando del alcoholismo. Cada vez
hay más evidencia científica de que también el cardo lechoso previene el daño
hepático causado por medicamentos psicofarmacológicos, es decir, aquellos
medicamentos que se usan para el tratamiento de insomnio, nerviosismo y otras
enfermedades mentales.
Todos estos efectos terapéuticos solamente se pueden obtener utilizando productos que sean estandarizados mínimo al 80 %.
Para más información y pedidos comunicarse con Lucila Annabelle Solorzano Arreola